RIO DE JANEIRO – Sábado, 28 de junio, 19h05. Los jugadores de Colombia se arrodillan en la cancha del Maracanã emocionados. Por primera en vez en la historia, la selección cafetera está en los cuartos de final de un Mundial. Los ojos de James Rodríguez, 22 años, parecen llorosos. Él espía la pantalla del estadio y se ve. Tímido, da vuelta en la cara. Las cámaras lo persiguen. El jóven del Mónaco había anotado los dos goles de la victoria con Uruguay, 2-0, en Río.

De pronto, el locutor oficial de la Fifa anuncia “El hombre del partido es James Rodríguez”. En la entrevista colectiva, en entrenador rival, Óscar Tabárez, de la Celeste Olímpica, lo admite: “Para mí, hasta ahora, es el principal nombre del Mundial”.

Luego, James va hasta la sala de conferencia de prensa del Maraca recibir su premio. Los modos de quién aún es medio niño se quedan evidentes cuando James Rodríguez dice que solo “quiero ayudar al equipo a llegar lo más lejos posible en el torneo”.

En una competencia en que las atenciones prometían no salir del trío Neymar, Messi y Cristiano Ronaldo, Rodríguez insiste en ser el “entrón”. El mediocampista desembarcó en el país con la mochila de ser la estrella solitaria colombiana, tras la lesión de Falcao García, su compañero de Mónaco. La responsabilidad sirvió como motivación.

Con sus modos discretos, anotó cinco veces en cuatro partidos del mundial. “Intento no pensar en la presión. Estoy enfocado en hacer mi trabajo, y superarme”, sostiene.

El equipo cafetero dominó por completo el Grupo C. Fueron 9 puntos contra Gracia, Costa de Marfil y Japón. Los uruguayos fueron las víctimas en octavos. Encima, James, a los 22 ãnos y 11 meses, es el cuarto atleta más joven a anotar goles en cuatro juegos en secuencia, superado solamente por Cubillas, 21 años y tres meses, (1970) y Ferenc Bene (1966) y Pelé (1958-1962), ambos con 21 años y siete meses.

El juego contra Brasil

James refuerza la emoción en medirse con Brasil en los cuartos, el próximo viernes, en Fortaleza. Sin embargo, está seguro de que los colombianos no tienen nada a que temer. “Al contrario, también contamos con jugadores que pueden desequilibrar”, explica como si hubiese hablando se sí mismo.

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